"Empleabilidad y la Máquina de Rube Goldberg"​


Desde pequeña (como la mayoría de los infantes) fui muy curiosa, me gustaban los experimentos, saber como funcionan las cosas, hacer inventos y aparatos raros. Recuerdo que una vez mi padre me enseñó a hacer una "linterna" con la ampolleta muy pequeña, una pila, un pedazo de alambre y cinta adhesiva. Tenía 5 años, y aun recuerdo como ese invento me voló la cabeza. No sabría contarles con certeza qué fue lo que cruzó por mi mente, pero desde ese momento intenté replicar, sin éxito, una serie de artefactos con cosas que había en la casa.

Un primo, unos años mayor que yo, me preguntó un día por qué mejor no intentaba crear algo que no existiera, y pensé en una botella de bebida que se sirviera sola. Con su ayuda lo logramos. Se lo enseñamos a su hermano, varios años mayor que nosotros dos. Nos miró con una cara de intelectual desaprobación, y dijo "no inventaron algo, hicieron que algo ya fácil y rápido de hacer fuera lento y complicado".

Después de esa agria crítica cambie los inventos por la creación de perfumes caseros con plantas del jardín de mi abuela, y nunca supimos que sin querer habíamos creado una (muy tosca) máquina de Rube Goldberg.

Una máquina de Rube Goldberg es un aparato excesivamente sofisticado que realiza una tarea muy simple de una manera deliberadamente indirecta y elaborada, normalmente haciendo uso de una reacción en cadena.

Para quienes nunca han visto, o intentado hacer una, les dejo un video, para que puedan entender la analogía que quiero plantear aquí la máquina de Rube Goldberg con la Empleabilidad.


Este tipo de puesta en escena es sin duda ingenioso, entretenido, un desafío intelectual, incluso, podemos decir que es una pieza de arte moderno. Cabe en muchas categorías, pero en ninguna de ella es práctico o eficiente.

Se imaginan que en vez de la sal, el tipo del video, pidiera que le contaras tu caso de éxito más significativo, o tus motivaciones... Muchas veces intentado hacer una sofisticada reseña de nuestras experiencia, competencias o motivaciones, terminamos construyendo una elabora, y para nada productiva, maquina de Rube Goldberg.

Hace un par de años le pedí a una amiga si podía hacer un pequeño experimento con su hijo, le pediría que me explicara un proceso que él conociera, y se lo volvería a preguntar tiempo más tarde para ver si la explicación se simplificaba o mantenía. Le pareció interesante, por lo que le pregunté a su hijo (7años) que me explicar los pasos para abrochar un zapato, lo grabe justo cuando él empezaba a explicar. No se lo dije, pero el experimento la incluía a ella, por lo que le reproduje la grabación, ella me miró con cara extrañada, ya que no entendía lo que él estaba intentado explicar, yo le dije que me estaba explicando como hacer un teléfono de esos que se hacen con vasos plástico, ella hizo notar lo complejo que lo había explicado, pero que ya que se lo había dicho le hacía sentido. Unos 6 meses después, ya estando en pandemia, en una videollamada con mi amiga, apareció su hijo en la pantalla, y le pregunté si recordaba que era lo que me había enseñado la ultima vez que nos vimos, el asintió, y yo le pedí que sin decir de que se trataba nos lo explicara a las dos. Mi amiga extrañada nuevamente advierte que lo que explicó esta vez era cómo hacer el nudo de los cordones en los zapatos, no lo de los vasos. Le volví a reproducir la primera grabación y ella notó que efectivamente era lo de los zapatos, no lograba explicar cómo le había hecho sentido lo otro.

Aquí pasaron dos cosas. La primera, que el pequeño perfeccionó su relato, lo volvió corto preciso y sin desviarse del proceso (la primera vez me contó unas 3 ó 4 anécdotas de otras cosas, y cada vez fui yo quien le tuvo que pedir que volviera a la explicación), al cabo de poco tiempo su narración maduró considerablemente.

Lo segundo que pasó, fue que mi amiga comprendió dos cosas diferentes de la misma descripción, ustedes pensarán "que falta de concentración que tiene", pero no es eso. La primera vez no entendió una sola palabra, el hecho de qué él se desviara del tema principal no ayudó, y cuando yo le propuse un escenario ella completó con lo que conocía. La segunda vez, la explicación era clarísima, no había necesidad de contextualizar la explicación del pequeño. ¿Por que en esta última oportunidad la explicación fue bien interpretada por el receptor, y no así la primera?

Cuando tratamos de explicar algo por primera vez, por lo general hacemos una maquina de Rube Goldberg mental, mucha información sin hilar adecuadamente hace que nuestro relato se vuelva innecesariamente decorado, montando los hecho en una reacción en cadena de otros y muchas veces en una dirección poco clara. Nos salimos de la idea inicial con facilidad y sin desearlo propiciamos un escenario donde nuestro receptor puede eventualmente perder la atención del relato. Por mucho que sepamos que tenemos un punto, quien nos escucha no necesariamente lo ve así.

Esto es un clásico de las entrevista, de las reuniones para ampliar nuestras redes de contacto, incluso cuando confeccionamos un CV.

Tanto para buscar un nuevo desafío laboral, hacer networking, prospectar cliente, o aventurarnos a buscar un ascenso laboral, necesitamos prepararnos para no hacer una máquina Rube Goldberg cuando hablemos de nuestra EXPERIENCIA, COMPETENCIAS o MOTIVACIONES. .



EXPERIENCIA

Narrar nuestra experiencia no debería ser algo complejo, ya que estamos hablando de nosotros mismos. Sin embargo, cuando la contamos a otro tenemos que preocuparnos de hacerlo de tal forma que se entienda exactamente lo que queremos exhibir. El receptor va a completar mentalmente la oración que dejes en blanco con lo que conoce, y si no conoce lo mismo que tú, entenderá otra cosa. Cierra el relato, no dejes goteando información en la dirección que no quieres destacar. Adecúa tu discurso segín a diferentes escenarios y espectadores posibles, para que cada vez que se te presente la oportunidad tú ya sepas por cual optar. Ten a mano tus casos de éxito, y todos los hitos pasados que se relacionen al objetivo que persigues.



COMPETENCIAS

Así como es importante definir nuestros casos de éxito, es importante analizar las competencias obtenidas de ellos, o a pesar de ello.

A diferencia de lo que se piensa, un caso de éxito asociado a las competencias no necesariamente tiene un resultado exitoso. Me explico.

La estructura de un caso de éxito tiene 4 etapas:

La situación inicial: el problema, obstáculo o estado que deseamos cambiar.
El proceso: Lo que se hizo, la estrategia que se ocupó y el rol que tuvimos en ella.
El resultado: positivo, neutro o negativo... Aquí es donde me miran extraña y me argumentan que un caso de éxito no se supone que resulte neutro ni negativo. Pero sucede que yo no hablo de casos de éxito para la empresa que representas o representaste, hablo de los casos de éxito que has tenido en tu desarrollo profesional, y aquí es donde entra en escena el punto 4.
Las competencias desarrolladas: Lo hermoso de las competencias profesionales es que como mucho no se usan, pero no involucionan. Si en el punto 3 tuviste un resultado positivo, no son sólo influyeron tus competencias sino que las de quienes te rodean y los recursos externos. Y esto último es super importante tenerlo en cuenta, porque lo que lograste con un equipo enorme y capacitado, con X presupuesto, y contando con la confianza que te tenía tu jefatura hace 10 años, por muy competente que seas no será la misma historia ni usarás la misma estrategía en un escenario en el que tienes un cuarto del presupuesto, un octavo del equipo, con un jefe que te acaba de conocer. El tener un resultado positivo en un momento determinado, no asegura que lo puedes replicar, pero tal como dije al principio de este párrafo ¡LAS COMPTETENCIAS NO INVOLUCIONAN! por lo que sin importar los recursos externos que te otorgue (o no) tu entorno, tus competencias permanecen intactas y dispuestas conjugarse de forma óptima para obtener un buen resultado. ¿Ahora hace un poco más de sentido por qué el resultado pierde protagonismo al lado de tus competencias?



MOTIVACIONES

En mi experiencia esta es la zona más difícil de narrar, porque muchas veces las motivaciones no son propias, no se han evaluado correctamente, o peor, se trata de complacer a lo que se supone que debiese querer escuchar el receptor (¡una locura de la que hablaré en otro artículo!).

¿De donde viene la importancia de dejar en claro las motivaciones en proceso de empleabilidad? Para quienes me han leído antes o han asistido a mis talleres, saben este tema es mi debilidad y que saldré con este relato, y es muy gráfico de porque debemos perfilar las motivaciones, independiente si son por un beneficio, status, poder, reconocimiento... incluso si los vectores de la motivación no son estrictamente profesionales, y por eso es importante hilar muy fino en este ítem. Lo que me mueve es lo que define que tan lejos estoy dispuesto a llegar.

El Berrendo, El Lobo y La Liebre

Imaginemos que tenemos una terna de un Berrendo, un Lobo y una Libre, el requisito excluyente es la velocidad que puede alcanza, ideal que sea lo más cercana a un Guepardo (hasta 108km/hr en distancias largas), ya que a nivel global es tipo de perfil que tiene los mejores resultados en la compañía. La posición se basa en Canadá, y al no haber guepardos nativos en Canadá se flexibilizarán otros perfiles según el talento local.

El Berrendo (antílope americano) tiene la reputación de ser el mamífero más rápido del Norteamérica, alcanzando una velocidad de 80km/hr, con un máximo registro de 98km/hr en distancias cortas. Por otra parte, la Liebre puede correr hasta 60km/hr. Y finalmente, el Lobo corre en el orden el los 50 a 55 km/hr.

Si ponemos a correr de forma deportiva a estos tres candidatos, sin duda el mejor calificado es el Berrendo. Pero, ¿qué pasa si ponemos a al Berrendo y la Liebre a competir en un bosque de arbustos frondosos y tupida vegetación? Pasa que el Berrendo es veloz, pero en realidad no corre, salta... a zancadas de hasta seis metros, por lo que una competencia en este tipo de entorno le impediría alcanzar un buen desempeño, y dejaría en una amplia ventaja ala Liebre potenciando sus habilidades y convirtiéndola en ganadora.

Ahora bien, quedó estipulado que el Berrendo más rápido que el Lobo, y por mucho, pero ¿qué pasa si ponemos a ambos a perseguir la Liebre? ¿Quién la atrapa primero? Aun cuando ambos animales estén en un ambiente que beneficie su mejor desempeño, y no influya en absoluto si corre o salta (la forma en que obtiene el resultado), el Berrendo sigue en desventaja. ¿Por qué?

Resulta ser que no hay ninguna sola razón por la cual un Berrendo vaya tras una Liebre, o cualquier otro animal, no está dentro de su identidad pues el Berrendo ha desarrollado la capacidad de alcanzar esas velocidades para arrancar, no existe motivación alguna para cazar. En cambio el Lobo,... seguramente el Lobo ya desayunó una liebre antes de la carrera.

Por esto, las motivaciones son parte esencial de nuestra presentación, porque nos definen y en ocasiones dicen más que nuestras competencias y experiencia juntas.

Bueno, el título decía, "Empleabilidad y la Máquina de Rube Goldberg", quizá debía llamarse "Cómo no convertir un proceso de Empleabilidad en una máquina de Rube Goldberg", pero esto no lo advertí hasta que terminé de escuchar mi relato. No olviden escuchar, ensayar y perfeccionar su relato y el contenido de lo que quieren comunicar.

¡PREPÁRENSE! 
Esa preparación va a hacer la diferencia en el tiempo que les va a tomar llegar a la meta.


Recuerda que cuando alineas tu autoconocimiento (experiencias, competencias, motivaciones e incentivos) en dirección a un propósito, siempre tendrás más y mejores resultados si te quedas a esperar lo que te arroje la marea.

¿Estás haciendo hoy lo que te llevará a donde quieres estar mañana?




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¡Un Abrazo!


Nicoll Zúñiga Varela | Career Coach & Headhunter

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